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MARGA

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       La ira no tardó en avasallar todos los rincones de su cuerpo. Otras veces se había sentido así, pero esta vez la hondura de la vivencia parecía incrementarse,sobre todo con ciertos sucesos que la privaban de lo primordial: el respirar profundo de las mañanas de su vida. No soportaba más sentir esa tensión en sus músculos ni el dolor que luego se alojaba en la espalda. Si había que seguir sería en otros términos y no dejándolo todo, cómo si no hubiera un mañana, como si todo terminará allí, en esas discusiones estériles cómo los quirófanos. Marga intentó mover las piernas entumecidas por tantas horas de actividad frenética. Ir de aquí para allá, sentándose apenas un rato en algún reborde de un muro, en esa saliente reducida que se detecta en cualquier lado cuando el cansancio sobreviene, y es inminente sentir que el cuerpo se derrumba sin más contemplaciones era moneda corriente.  Así eran la mayoría de  sus días y a nadie más parecía afectarle, nadie hablaba de las jornadas ext

DÍAS SIN SACRIFICIO

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       Ya no estoy dispuesta al sacrificio, me dije cierta mañana. Es que parece, por momentos, que muchos persisten en su pretensión de que me inmole, dejando la vida, la fuerza, los sueños, cuando ya no quiero hacerlo. Me aparté de ese camino en algún momento, pero algunos coletazos de situaciones y dichos de personas me han empujado al estado de tristeza infinita en que he estado tantas veces, a replantearme si por aquí quiero venir o acaso es sólo una rebeldía pasajera y pronto volveré pidiendo perdón, arrepentida de haberme quejado cuando todos desdeñaban mi sentir o cuando, con sus manipulaciones, esperaban y buscaban sumisión, silencio, culpa. No quiero más dolor en mi vida. Nada va a estar mal, todo lo que diga o haga es parte de lo que soy hoy, en este día de sacrificio para muchos. Camino con confianza. Es un día para disfrutar, sentir el calor en la piel, el aire en la cara, la explosión de colores en mi retina.      Sin embargo, rápidamente me doy cuenta de mi fútil ilu

EL CAFE

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            L o sé muy bien, no preciso experimentarlo una vez más aunque todos me critiquen por pesimista. Al que trata de ver las cosas en todas sus dimensiones, incluyendo las negativas -término que, por otro lado, no utilizo jamás a menos que esté en diálogo con alguien- la gente lo llama de "mal agüero". A mi parecer, es realismo puro. No, no me digas que son ideas mías, porque eso me enfurece. ¿De verdad no podés reconocer que los seres humanos necesitamos exorcizar lo que percibimos como amenazante y, claro está, la enfermedad y la muerte, primas hermanas por cierto, lo son? En este caso estamos hablando de la reputación, ya sé. Las personas tienen terror a que hablen mal de ellas, porque todos creen los dichos de cualquiera, pero -sin embargo- no cesan de hablar mal, la mayoría de las veces, de otras personas a las que ni siquiera les conocen las intenciones. Bastaría que algo no me guste para dejar de hacerlo, pensas seguramente. Si, pero no funciona así con la gente

Tu madre está bien

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  Y si, Nelly, me dolió, que querés que te diga. Si persisto en negarlo, se me va a atorar en la garganta y en el corazón junto con la montaña inmensa de cosas no dichas, que debería haber expresado en el momento justo, pero no pude o no  quise, vaya uno a saber. Una más no, así que sí, me dolió. Ni siquiera escuchó el único audio que le mandé en todo este tiempo -porque viste que yo siempre escribo, para qué atosigar a la gente con mi voz si puedo detenerme un momento y teclear la frase “hola tía, ¿cómo estás? todos bien, los chicos sanos”-. Mi audio duraba dos segundos, ahí le decía que tenía el covid. Siendo que ella no escribe nunca porque, obvio, es mucho trabajo y opta por atormentar a la gente con audios de 4.5 min para decir algo que podría haber dicho en dos palabras como mucho, ¿no podía perder 2 segundos y escucharme? Pero es demasiado trabajo escribir, claro, como si no lo fuera escuchar esa tortura de audios que manda a mansalva, que, aunque los aceleres igual te martiri

Mezquina

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  Sustrato cruel que atraviesa mi cuerpo rompiendo canales, torciendo los cauces, me duelen los días, las horas, las voces hostigan, calando mis hondos temores. No siento alegría, mis ojos se nublan, no siento la vida, corriendo alocada por todas mis vísceras, alma abandonada,  no siento la cálida brisa, aliciente de tantas jornadas, largas añoradas. Intento asirme a todo lo bello que alguna vez hubo lo puro, lo prístino que enlaza mis tiempos, intento y no logro, balsa desbocada, blandir mis sentires, desplazar el caos.  La fuerza sin vida de brazos inertes es rota y quebrada por quienes abusan, abrasan, expulsan y aplastan las tímidas flores que apenas se asoman lentas, temerosas de ser descubiertas aún frágiles, débiles, con miedo y premura, no osan mostrar aún su perfume temiendo ser presa de tórridos seres que opriman sus aún delicados brotes.

Abstracciones sin patrón

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       A veces sólo quiero jugar, dejar que los colores estallen sin control, se esparzan y hagan lo que quieran, muestren lo que quieran, digan lo que quieran. Como a mi me cuesta decir, hablo a través de ellos, su voz me parece habilitante, la mía no tiene ese poder. Ellos saben lo que hacen, yo apenas atisbo torpemente algunos horizontes que, de tan lejanos, por ahí ni existen o son un espejismo. Pero al menos los colores pueden hablar, y un poco, lo hacen por esa voz tantas veces acallada que se atora en mi garganta. La imagen no conoce restricciones, es lo que es y punto. No le interesa lo que cada uno pueda ver en ella, porque todo eso también forma parte de su ser. En esa inmensidad de significados, no hay reglas que restrinjan ni juicios que opaquen: todo es posible. O casi.

Poder

 El enojo es con el enojo, persistente, el que brota y obnubila, ciego, desmedido, torrente desbocado que sube, se enrosca en el aire pastoso, ingresa al pecho, se apodera sombra pegajosa, invasiva. Enojo, dureza, ¿inflexible? Sobreviene un horizonte de paz, añoranza. Quisiera pero no siempre puedo. Barrera rígida que frena, la fluidez perdida, estasis, rémora que encharca las orillas... no quiero, no, quiero, no puedo no obstante empiezo a querer, dejar, ser, decir decirlo, sí....todo o lo que más se pueda, otra vez el todo o nada, decir lo que se pueda, lo que se deje decir, lo que quiera ser dicho lo necesario. Las cosas se hablan tan por arriba. Insurgencia de la vida. Alejo lo que duele. Es el dolor. Mi enojo es con el dolor Todo lo necesario, decir. O un poco,  lo que se pueda, ¿es poder? Todo lo que se pueda.

El límite

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           El teléfono vibró con la llegada del mensaje. Por lo general lo mantenía silenciado porque le irritaban los sonidos de alarmas y notificaciones; no obstante, el aparato se hizo sentir y avisó de la llegada del mensaje rebelde que llegaba pisando fuerte, burlando las barreras de contención que se esforzaba en levantar y mantener, dividiendo su mundo interno de todo aquello que no lo era, y con lo que no quería tener nada que ver. La sorprendió el sonido y, de inmediato, sobrevino el enojo. Estaba cansada de las intromisiones, del estímulo de ese mundo ruidoso y vulgar, de la banalidad con que la existencia se dilapidaba en todos, derramándose sin cesar. A pesar del disgusto, tomó el teléfono movida por la curiosidad y un dejo de preocupación. Ningún mensaje sonaba y éste lo había hecho. Un hola, cómo estas,  tan inexpresivo y tosco como las postales baratas que en nada se asemejan a los lugares que quieren representar, se dejó ver en la pequeña pantalla. Hubiera querido no re

SOLO ESCAPAR

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No creerás lo que me pasó ayer,  aunque parezca una nimiedad, no lo es para mi. En la profundidad suelen esconderse sensaciones indeseables, pero no sólo allí. ¿Recordás esa vez que fui interceptada por un desconocido en la calle? Sentí algo peculiar, jamás se me borrará ese recuerdo aunque hayan pasado los años. Sin embargo, esta vez fue un poco diferente, aunque el impacto se sintió con similar intensidad. Cuando rememoro la altura y frialdad de aquel hombre aún se me eriza la piel. Es cierto que, a primer golpe de vista, no supe de quién se trataba y no porque el tiempo hubiera cambiado su aspecto externo; diría más bien que permanecía guardado en el cajón de los recuerdos álgidos; no lo reconocí y reaccioné como si se tratara de un perfecto extraño. Esta vez no fue así: se trataba de una mujer, y, ya arrancamos distinto. Tampoco apareció de sopetón como aquél hombre, sino que yo misma me acerqué a ella movida por no sé qué inexplicable atracción. Viste que aquel buen hombre terminó

DESDE EL ABISMO

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  D esde el abismo, me asomo y grito. Es esa voz estentórea la que me saca de la ensoñación y del halo de confusión y turbidez mental que me mantiene adormecida. Grito y me duele la garganta por el esfuerzo de levantar la voz para hacerme oír. No suelo hacerlo, no me gusta y la sensación áspera que perdura en mi cuello, a pesar del tiempo, me recuerda que mis palabras suelen desplazarse más suaves, lentas, más bien débiles diría.  Por la tenue luz que resta en el horizonte, alcanzo a vislumbrarme. Percibo mi silueta, delgada y frágil, destacándose en ese contexto frío  donde he dado en caer. Comienza a molestarme la humedad que brota por  doquier y se manifiesta en las gotitas de agua que se deslizan por las piedras del piso, en el pasto encharcado, en las cortezas impregnadas y oscuras, en las que resaltan unas formaciones blancuzcas que atraen mi atención. No me atrevo a acercar mi mano, aunque me tienta hacerlo. Quisiera comprobar su textura, saber si son tan suaves como parecen a s

POSTALES DE LA DUDA

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     Cuando llega este momento, detengo la marcha y pienso: ¿acaso tiene sentido? No sé por qué dudo, una y otra vez, si ya sé la respuesta y siempre es la misma. Lo tiene porque no puede ser de otro modo. No obstante, la duda asalta y acosa como una mancha viscosa que se adhiere con firmeza a un objeto permeable. ¿Lo soy yo? ¿Soy permeable como ese objeto que no puede evitar que la sustancia pegajosa se adueñe de sí y  permanezca, como si siempre hubiera pertenecido a ese sitio ¿Será que soy, como la mancha, tenaz y  decidida o todo es una aventura fútil, sin ton ni son, condenada al colapso y a la nada? La mancha se reiría de mi duda, ella sólo se afirma y comienza a parasitar el lugar donde ha caído y no le importaría, si pudiese dirimir esa cuestión, plantearse si puede o no estar allí, si ha recibido una buena acogida o, por el contrario, el objeto por ella tomado, reniega de su persistencia. Fragmento de " Cuentos breves ".

LAS HORAS ROTAS

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Cristales que se rompen en trozos esparcidos, conmueven la rutina, sacuden el sopor del sueño  emancipado, rubrican los momentos, se yerguen al unísono creyendo que los días son largos, mas no saben que el tiempo corre rápido, furioso y despiadado, que no aguarda,  no pausa ni detiene  el convoy de las horas y, sin buscarlo,  arrastra tras de sí la urgencia, la premura,  fragmentos de quietudes en franca parsimonia, en ramas sin hojas en calles sin ruido en almas sin honra.

A MI PADRE

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  En tus colores, quedarme, anhelo envuelta de estrellas tu mirada, aquieta mi alma, arrebujada, sembrando sutilezas, rozando la nostalgia. Terminarán los días de amargura, las horas, tan aciagas, de añoranza, adormeciéndose en la tarde, tus pasos firmes, acortando mi camino, tu templanza. Hasta que entibien las frías horas del alba, hasta que duelan poco, hasta que el sol relumbre y mis manos yermas retornen al juego y a la risa acompasada, de tu recuerdo; junto al candor, de las horas desgranadas con tu voz enhebrando la poesía regia que tanto amabas. Tus palmas tomo, junto al cobijo impregnado de presencia, vislumbrando apenas, en el tiempo duro de la fatal tristeza la paz que por fin te embarga, el descanso eterno, gratitud inmensa.

SIN EMBARGO....

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Sin embargo, perduran las luces en el alba blandiendo sus colores, incipientes, mostrando a la prístina mañana que la oscuridad decrece, lentamente; Y el día, ¿soporta la premura, la languidez oculta de las horas, que, solapadas, guían a las aves a levantarse en vuelo y batir alas? Sin embargo, perduran las estrellas plagadas de cúmulos candentes, repletas de colores que refulgen y envuelven con sus halos los temores. No quiero quedarme rezagada, mirando simplemente sin ser vista,  añoro las pupilas dilatadas transformadas en límpida belleza, los brazos tibios  abrazando al sol naciente, la piel madurando en el estío, ensoñando al alba, mi mirada.

TAPIZ PSICODÉLICO

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  Comenzaremos a deambular por horizontes harto floridos, sobre campiñas a cielo abierto junto a los verdes y al espejismo de todo cuanto nos regocija, de todo aquello que envuelve y brilla, en franca aurora de cielos nuevos, clara y madura, plena de luces que a todas horas reflejen dicha, que a todo el mundo torne en tibieza las manos duras, palabras rotas, las displicencias, los resquemores, volviendo fértil la tierra yerma, volviendo blanda la piel, serena.