EL MIEDO EN EL AIRE

 



    La imagen en blanco y negro remite a nostalgia, incertidumbre, congoja incluso. Difícil ilustrar el terror que circula por las calles de esta ciudad de la  cual ya no nos sentimos parte. Tantas palabras se apresuran a salir del pecho oprimido, que esas voces desesperadas colapsan entre sí, apretadas en el infinito. El mutismo usurpa el lugar del grito que debió ser, pero no pudo. El dolor y la muerte flotan en el aire enrarecido, como una gran nube de cenizas volcánicas, que se pegan a las superficies con determinación. Difícil será regresar a la rutina de los días de trabajo y estudio, de encuentros con amigos, de rondas fraternas, de mates al lado del río. La sangre se estremece a cada instante, temiendo lo peor. ¿Es posible una salida pacífica a este sinsentido? ¿Podremos recuperar nuestros sueños y proyectos truncos por las oleadas de violencia despiadada que surcan cada rincón de Rosario? ¿Podremos circular nuevamente por nuestros recorridos habituales sin temer ser blanco certero del plomo incrustado en la piel inocente?  Ya no hay sitios seguros en esta lucha sin cuartel y sin reglas, donde algunos pocos juegan con la vida y el destino de la mayoría. 


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